Entrenamiento de empleados caliente
Mi marido y yo teníamos un negocio. Contratamos y nos hicimos amigos de un muchacho joven para que nos ayudase.
Él era un buen amigo y siempre se pasaba por nuestra casa después del trabajo. Habíamos sido amigos desde hacía un año y medio. Una noche trajo una botella de ron Bundaberg, por lo que estuvimos bebiendo hasta que mi marido puso una película porno. Nos estábamos riendo y pasándolo genial, cuando mi marido se giró y me retó a comerle la polla a nuestro amigo. Yo estaba muerta de vergüenza, pero dije: “se la chuparé si se atreve a sacársela”, y vaya que si la sacó.
En realidad, he de admitir que yo ya estaba poniéndome a tono, por lo que cuando vi su enorme polla, intentando que no se me notara la sonrisa, inmediatamente me arrodillé y empecé a lamer todo el pene por todas partes, lamiéndole los huevos, pasando mi lengua por toda su longitud, jugueteando con la punta y entonces metiéndomelo todo hasta la garganta.
Podía sentir cómo temblaba mi coño, estaba tan mojada que lo único que se me ocurría era chupársela con más fuerza. Mi marido estaba mirando y también se la sacó, empezó a masturbarse. Él siempre había querido verme follar con otra persona.
Continué comiéndole la enorme polla y sintiendo cómo yo misma me ponía cada vez más caliente hasta que no pude más. Me levanté y dije que iba a masturbarme en el dormitorio para acabar.
De inmediato, él dijo “¿y qué pasa conmigo?”, por lo que le dije que podía acompañarme si quería. Cuando vino, lo empujé sobre la cama, me subí encima suya y empecé a comerle la boca tirando con fuerza de su ropa, al igual que él me la quitaba a mí. Rápidamente cogí su polla y la metí en mi húmedo coño gimiendo y gritando al sentir cómo entraba dentro de mí al borde de correrse.
Empecé a cabalgar sobre él apretando los músculos de mi coño y bajando lentamente, presionando fuerte mi coño contra su cuerpo, asegurándome de que podía sentirlo todo dentro de mí, y empecé a moverme hacia delante y hacia atrás. Él me cogía las tetas con fuerza, lo cual me volvió loca cuando empezó a embestir fuertemente contra mí. Me di cuenta de que la puerta estaba entreabierta y mi marido estaba allí de pie, mirando, pajeándose, lo cual me motivó todavía más. Sabía que nuestro amigo nunca había practicado sexo anal y a mí me encantaba, por lo que saqué su polla de mi coño y empecé a lamer mis propios jugos de su pene, disfrutando del sabor de nuestro sexo. La metí de nuevo para mojarla bien, y entonces coloqué la punta de su polla en la entrada de mi culo, él estaba tan cachondo ya que no tuvo elección. Lentamente bajaba, gritando de dolor por su enorme tamaño, mientras sus ojos se daban la vuelta del placer al empezar a moverme hacia arriba y hacia abajo. No pasó mucho rato hasta que él estaba follándome en el culo con fuerza.
El dolor era terrible, pero también sentía un enorme placer en mi coño con cada embestida. No podía aguantar más para correrme, y entonces él lo hizo. Podía sentir su corrida caliente llenando mi cuerpo. Al acabar, él se durmió, pero yo tovadía estaba totalmente cachonda, por lo que fui al salón y encontré a mi marido “dormido” en el sofá. Sabiendo que estaba solamente fingiendo, le dije: “sé que no estás dormido… ¿te ha gustado eso?”. Él dijo que “sí”, por lo que le bajé la cremallera de los pantalones y empecé a lamerle toda la polla, presionando con mis dedos en su ano masajeando su próstata mientras se la chupaba. Se puso totalmente dura, por lo que me subí encima de él y empecé a cabalgar sobre su polla, que entró fácilmente debido a que estaba totalmente mojada. Mi coño hambriento no podía más, yo no podía aguantar más por lo que la saqué y me la metí de nuevo en el culo. En ese momento noté el semen de nuestro amigo saliendo de mi ano, cubriendo su polla. Esto me puso muchísimo, por lo que cuando sentí que él estaba a punto de correrse, me levanté y empecé a chupársela de nuevo, saboreando la corrida mientras de nuevo masajeaba su próstata. Pronto empezó a correrse en mi boca, lo cual me hizo chupar más fuerte intentando sacarlo todo, mientras su cuerpo temblaba al seguir yo lamiendo después de haberse corrido. Mi boca todavía sabía a semen, le obligué a besarme y le encantó. Al día siguiente, nuestro amigo le dijo a mi marido: “me encanta tu esposa”. Preguntó si le había molestado que me hubiera follado, pero él respondió “claro que no, lo he provocado yo”.
A partir de ese día, se traía una botella de Bundy de vez en cuando.
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